Éste otoño no llega el águila en migración,
y apenas el cielo regresa celeste.
En tonos descubro mi atención,
que a medida que la espero se pierde.
Con su botín de guerra desarmaron mi flor
y sus pétalos violáceos abandonaron el verde,
de las hojas ahora secas y sin ardor,
que aposentaron sus raíces en mi mente.
E inmóviles e inmutables ahí se mantienen.
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