Se secó el río,
murió la flor,
y con ella la abeja
también murió.
Murió el abejaruco
y el cielo perdió color.
Se quedaron sin comida
los polluelos de halcón.
Se secó el río
y me sequé yo.
Dejó de fluir
mi fuente de inspiración.
Lluvia bendita
inúndanos con tu don
que lluevan florecillas
desde tu algodón.
Cada gotita un segundo
y cada florecilla un timón
que guiará mi barca en las nubes
para que surque por su vapor.
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