La lluvia y mis lagrimas siguen siendo lo mismo.
El vaso que las almacenaba ha vuelto a colmarse,
la mesa se pudre por los vastos humedales,
y sentado en una pequeña orilla me encuentro conmigo.
Como casa en runas mi alma cae a trozos.
Ni mil bacunas salvarán ya este cuerpo receloso.
Antes de morir me queda un solo antojo:
quiero ser el reflejo del Sol que reparten tus ojos.
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada