En la roca invulnerable mi cuerpo postrado
como en lo alto de una atalaya veo el mar.
Cuando me ladran las olas y lametean
entreabrir tus ojos y ver tu faz...
Un eclipse de Sol se ha interpuesto en mi día
pero es tan perfecto que no puedo ignorar
y cambiar los rayos de luz por las bulerías
que te canto y toco junto al mar.
Trajiste de bajo el agua cervezas frías,
sustraídas de caracolas, conchas y espinas
de erizos del bentos que en el fondo se asilan
y como ritual en cada sorbo invocan su paz.
¡Ay! Malditos sueños,
si este fuera verdad
junto a ti en el litoral envejecía,
no quisiera despertar.
Si para alguien como yo
no hay amor sino lira,
que cuando suena en mis oídos
es propensa a inspirar.
Sueño tocarte con mis dedos
para hacerte sonar;
hacerte mía en el sentido
menos posesivo de la expresión.
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